Lengua y Literatura

 Ernesto Noboa Y Caamaño

¿Quién fue?

Ernesto Noboa y Caamaño fue un gran escritor reconocido a nivel mundial, quien nació en el país ecuatoriano en el año de 1889, también fue integrante de la Generación Decapitada, grupo de escritores del Ecuador que tenían en común su temática de poemas, que era depresiva-melancólica, además estos poetas se vieron involucrados en muertes a temprana edad y de maneras muy trágicas.

Biografía

Ernesto Noboa y Caamaño es originario de Guayaquil, del mismo modo que Medardo Ángel Silva, gozando de privilegios desde la cuna por ser de una familia acomodada. Luego de cumplir una edad avanzada se fue a vivir con sus padres a la ciudad de Quito, lugar donde empezó  a florecer sus dones poéticos, gracias a la lectura de periódicos y revistas que se hallaban en la ciudad. 

     Aunque su notoriedad fue extendida también al auxilio del as reuniones amicales en donde se pronunciaba lo propio y lo ajeno, a avanzadas horas de la noche de bohemia en la que no pueden faltar la emoción letal de los paraísos artificiales.

     Noboa fue adquiriendo un estilo de escritura y de basar su existencia al estilo proveniente de París, de donde salieron los grandes Poetas Malditos, pero a su vez lo unía con lo que era su personalidad naturalmente. Se consideraba un hombre muy sensible, rechazaba lo ordinario de las cosas cotidianas, angustiado por relaciones íntimas e ideas sombrías. Debido a que se sentía incómodo en por su entorno y a su ambición de vagas delicadezas, realizó un viaje a Europa.

     Este viaje confirmo y mejoro sus gustos y su percepción. Ernesto Noboa y Caamaño aprovecho este momento para nutrirse de imágenes extranjeras con gran cantidad de poesía. Se puede destacar en su obra Lobos del mar, inspirada en el paisaje de Bretaña, en la oportunidad que tuvo Noboa para admirar a un niño que descansaba en el regazo de su madre y torna sus glaucos ojos de futuro marino, al mismo tiempo escucha la promesa del mar.

     Estos sentimientos de vagabundeo lejano, junto a su alma sensible, lo acompañaron luego de su retorno a la nación ecuatoriana, además de colocar el calor humano en sus palabras, pero remarcando también su desazón, su pesimismo, su renuncia a la voluntad y el esfuerzo, su dependencia por las drogas, sus deseos de morir.

     Aun así, era un poco contradictorio sus versos, porque encontraba un ancla que mantenía su admiración hacia las cosas de la vida, como dice una de sus frases en su poesía “Del más mínimo esfuerzo mi voluntad desiste… y deja libremente que por la vieja herida… del corazón se escape… sin que a mi alma contriste… como un perfume vago, la esencia de la vida”.

     Dentro de su época de abandono, se hallaba más enamorado de las lecturas de sus escritores favoritos, de los que se destacan Heme, Samain, Jules Laforgue, Edgar Allan Poe- y Verlaine, este último es más especial para él. También un gran autor del modernismo de Cuba, Julián del Casal, confesó que era adicto a la morfina y la cloral, que utilizaba para aliviar sus nervios neuróticos. Ernesto Noboa y Caamaño es considerado por muchos el más grande representante del Modernismo ecuatoriano.

     Ernesto Noboa y Caamaño también se veía influenciado por las lecturas de los franceses Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez. Para que de esta manera se inspirara en asimilar sus poesías a un estilo con más gracia y delicadeza que nunca se había alcanzado en el Ecuador. Debido a las características estilísticas, favoritismo por lo francés y exótico, estado sentimental, singular aptitud de renovación, todo esto lo referenció  al movimiento modernista de toda Hispanoamérica.

     Aunque no rechazó del todo el reclamo de los temas que se asemejan. Por esta razón realizo la composición del colorido soneto que nombro “5 a.m.”, que hace referencia a una imagen fiel, viva, visual, de la población del Quito, que acostumbra a madrugar para ir a misa, luego del sonido de las campanas, combinado con el truhan y la mujerzuela como un aspecto goyesco.

     Ernesto Noboa y Caamaño hizo público su obra titulada “Romanza de las horas” en el año de 1922, considerada su obra más reconocida. Y se encontraba en la preparación de un nuevo volumen de poesía pero que nunca fue publicado que se llamaba “La sombra de las alas”.

Muerte

Muchas personas que conocían a Ernesto Noboa y Caamaño describen que era una persona que lo atormentaban muchos problemas, y lo único que lo aliviaba era el consumo de morfina y grandes cantidades de drogas, además del alcohol, llevándolo a una vida solitaria para una temprana y nefasta muerte.

     Luego de regresar a Quito, no paró de consumir éter y morfina, hasta su último día de vida que fue el 7 de diciembre de 1927 en la ciudad de Guayaquil, habiendo alcanzado los 38 años de edad, en el momento que escribía su segundo tomo de poesías, titulado La sombra de las alas.

     Es reconocido por ser uno de los más grandes exponentes del modernismo dentro del campo poético en América Latina, siendo también uno de los principales integrantes de la Generación Modernista del territorio ecuatoriano, considerada por el escritor Raúl Andrade como La Generación Decapitada.

Obras 

Ernesto Noboa y Caamaño durante su vida realizó muchas obras literías de las que resalta su primer y único volumen publicado llamado Romanza de las horas.

Romanza de las horas

Romanza de las Horas es una obra escrita por el poeta ecuatoriano y que fue publicada en 1922, durante la vida de Noboa, siendo esta una obra en la que expresaba sus más íntimos sentimientos, destacando sus esfuerzos para seguir en esta realidad, sus preocupaciones y lo que lo mantiene atado a seguir sobreviviendo.

     La primera edición de su volumen de poesías, fue idea y constante convencimiento de su hermano político, Don Cristóbal de Gangotena y Jijón, quien arrebato los papeles de Ernesto Noboa y Caamaño y le exigió dictar lo que se encontraba perdido. Los editores que se estaban a cargo de las obras de Noboa, no tuvieron otra opción que respetar las desordenadas e incoherentes obras que les habían proporcionado apuradamente. De este modo, del mismo modo que les llego, fueron publicadas.

     En ninguna de las ocasiones estuvo presente la revisión de los autores. En este punto en el que la lectura desprevenida no se puede reparar en el campo espiritual, del que se suelta un pensamiento filosófico. Es necesario leer a estos autores en repetidas ocasiones, para que se pueda sentir lo que une cada fragmento y así tener en cuenta como depende un poema de otro, que a su vez se puede apreciar el latir de sus atormentados corazones.

     Con la respectiva protección de sus escritores y la ayuda de una posible serenidad, se cree que La flauta de Ónix y Romanza de las horas habrían desprendido la unidad orgánica que en la actualidad carece extraer de sus elementos dispersos. Parece poco fácil, pero se estima como prioridad a la hora de realizar la exégesis que necesitan estos dos poemas, debido a que si fuera de otra forma se despreciaría de una columna central.

     En el volumen de Ernesto Novoa y Caamaño se puede apreciar las estaciones comunes, que corresponden a la aurora y el medio día, al poniente y la noche.

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